Este es un artículo elaborado para facilitar la comprensión por el público de los efectos en la salud del accidente de Chernóbil. En el mismo se  abordan cuatro aspectos, los efectos que causan las radiaciones y sus mecanismos, los resultados de los estudios epidemiológicos en Hiroshima y Nagasaki, las secuelas en la salud del accidente de Chernóbil y las características y resultados del programa cubano con niños de áreas afectadas por dicho accidente. Los dos primeros temas son esenciales para entender los efectos de Chernóbil en la salud pues brindan las evidencias establecidas sobre lo que ocurre en el organismo cuando se expone a las radiaciones ionizantes.  La información científica disponible sobre efectos de las radiaciones, estudios en Hiroshima y Nagasaki y Chernóbil es extraordinariamente voluminosa, por lo que se presenta una síntesis de lo que el autor considera esencial para que el lector pueda entender el asunto. El texto tiene citas que permiten conocer las fuentes originales donde se ha publicado la información y que facilitan obtener detalles adicionales a quien lo desee

Los efectos que causan las radiaciones y sus mecanismos

Las radiaciones causan tres tipos de efectos, reacciones adversas en los tejidos, conocidos también como efectos deterministas,  cáncer y efectos heredables, estos dos últimos se pueden agrupar también bajo el término efectos estocásticos  [1]. Las reacciones adversas en los tejidos y el cáncer se han detectado en el hombre, los efectos heredables solo en animales de experimentación, como se detalla más adelante.

Estos efectos se explican por la acción de las radiaciones ionizantes sobre el ADN, molécula donde se encuentra la información genética, y que se considera el blanco principal sobre el cual actúan las radiaciones.

Las reacciones adversas en los tejidos se producen por una acumulación importante de daños en el ADN que provoca la muerte celular. La disminución del número de células en los tejidos induce el mal funcionamiento de los mismos. Estos efectos se detectan en el individuo expuesto a corto plazo, horas o días después de la exposición y para que se manifiesten los mismos debe superarse una dosis determinada conocida como dosis umbral. En síntesis, si no se supera la dosis umbral no aparecen efectos deterministas. Hay dosis umbrales determinadas para la esterilidad masculina, la femenina, las cataratas, y prácticamente para todos los tejidos donde se han detectado reacciones adversas por altas dosis de radiación.  Estos efectos son más intensos a medida que aumenta la dosis y para que se manifiesten tiene que irradiarse el tejido en cuestión.  Un efecto local que se ve con frecuencia es la radio dermitis en los pacientes que reciben radioterapia. Si se irradia todo el cuerpo o gran parte de este a dosis suficientemente altas ocurre el síndrome agudo por radiación (SAR). El SAR tiene tres formas, la hematológica, la gastrointestinal y  la neurovascular.  La aparición de estas formas es dependiente de la dosis, hasta una determinada dosis se manifiesta la forma hematológica, a una dosis superior la gastrointestinal y a dosis extremadamente altas la neurovascular. El SAR tiene cuatro fases, la prodromal o de síntomas, la latente, la crítica y la de recuperación o muerte.

En la fase prodromal aparecen vómitos, diarreas, cefaleas, fatiga, debilidad y fiebre entre otros síntomas, que se manifiestan de manera más rápida y severa a medida que aumenta la dosis, y por lo tanto sirven para estimar la dosis que recibió el afectado. En la fase de latencia estos síntomas revierten dando lugar a una aparente mejoría del afectado. A mayor dosis, menor es la duración de esta fase    a la que le sucede la fase crítica, donde empeoran todos los parámetros del paciente y que puede desembocar en la muerte o la recuperación.   En la forma neurovascular del SAR no hay fase de latencia.

En la forma hematológica del SAR hay opciones terapéuticas que permiten salvar la vida del afectado. Con la forma gastrointestinal las opciones son muy reducidas y la muerte se puede producir en días o semanas después de la exposición. Con el SAR neurovascular no hay opciones terapéuticas y la muerte se produce en horas después de la exposición. El SAR ocasiona muertes que inequívocamente pueden atribuirse a las radiaciones. Los bomberos y operadores de la planta de Chernóbil sufrieron el SAR en su forma hematológica y los que fallecieron, son los que aparecen registrados como muertes debido al accidente.

El cáncer y los efectos heredables se producen por mutaciones en el ADN, para los efectos heredables estas mutaciones ocurren en las células germinales (óvulos y espermatozoides), para el cáncer en cualquier otra célula de nuestro cuerpo. Estos efectos se detectan años después de ocurrida la exposición a las radiaciones.  Con fines de protección radiológica se asume que para estos efectos no hay dosis umbral y que la probabilidad de que ocurran aumenta proporcionalmente con la dosis, en otras palabras, cualquier dosis que se reciba aumenta la probabilidad de que aparezcan. Estos efectos tienen una alta frecuencia espontánea, y las radiaciones lo que pueden hacer es aumentar esta frecuencia pero no producen algún cáncer o efecto heredable específico que pueda identificarse mediante pruebas de laboratorio como inducido por la radiación. Por lo tanto, no se puede saber si el cáncer que tiene una persona es producido por la radiación o no.  Para conocer si hay aumento de cáncer o efectos heredables en una población que ha estado expuesta a las radiaciones hay que realizar estudios epidemiológicos. En estos estudios se selecciona un número significativo de personas expuestas a alta dosis de radiación y otro grupo de similares características que no ha estado expuesto a las radiaciones. Durante decenas de años se registra la aparición de cáncer o efectos heredables en ambos grupos y los resultados se comparan usando métodos estadísticos. Los estudios epidemiológicos más importantes y que han aportado las evidencias actuales más conclusivas sobre la inducción de estos efectos por las radiaciones ionizantes son los que aún se realizan en Hiroshima y Nagasaki. La génesis, las características esenciales y las conclusiones fundamentales de estos estudios se ofrecen a continuación.

Los estudios epidemiológicos en Hiroshima y Nagasaki

En 1950 hubo un censo nacional en Japón que constató que habían cerca de 284 000 personas vivas que habían estado expuestas a las radiaciones. En 1958 comenzaron los estudios epidemiológicos  con parte de esta población, que actualmente continúan  y que se ejecutan por la RERF, siglas en inglés de la fundación para la investigación del efecto de las radiaciones que copatrocinan los gobiernos de Japón y Estados Unidos, con sede central en Hiroshima. La página web de la RERF brinda información detallada sobre los estudios que allí se realizan así como los artículos científicos que respaldan la información que se presenta. Los estudios epidemiológicos que ejecuta la RERF son los siguientes [2]:

  1. Seguimiento durante toda la Vida, conocido por las siglas en inglés como LSS. Incluye algo más de 120 000 personas, de ellos cerca de 93 000 expuestos y 27 000 no expuestos. Se registra la mortalidad por cáncer y la incidencia. Es el estudio que abarca más personas.
  2. Salud del adulto, conocido por las siglas en inglés como AHS. Incluye 20 000 personas que forman parte del LSS y que fueron seleccionadas para realizarse chequeos médicos bianuales. Se registran todas las enfermedades.
  3. Exposición in útero. Incluye 3 600 personas que fueron expuestas en el vientre de sus madres. De ellos 1 100 están en el AHS. Se registra la mortalidad y la incidencia de cáncer.
  4. Estudios genéticos (F1). Incluye 77 000 descendientes de padres que sobrevivieron al bombardeo. Se registra la mortalidad y la incidencia de cáncer. Se han realizado varios estudios específicos que se detallan más adelante.

Evidencias del LSS

La RERF tiene en su página 13 reportes con datos obtenidos en el LSS y ha generado otra serie de publicaciones. En el último de estos reportes [3] se muestra que hasta 1997 habían ocurrido 440 muertes por cáncer, atribuibles a la radiación en el grupo de estudio, sin incluir leucemias. El número se obtiene al restar del número total de muertes por cáncer en el grupo expuesto (9 335), el número de muertes esperadas acorde a la información obtenida en la población no expuesta (8 895). Dado que en el LSS están incluidos cerca de la mitad de los sobrevivientes y que al 80% de ellos se les ha asignado dosis de radiación, se estima que han ocurrido en el total de sobrevivientes unas 1 100 muertes por cáncer atribuibles a la radiación  (440/(0.5x0.8)) [3]. Considerando la incidencia de tumores hasta el año 2000 la cifra es de alrededor de 1 900 casos en toda la población expuesta [4]. Las muertes por leucemia reportadas en el LSS han sido 296 de ellas 93 atribuibles a la radiación [5]. El incremento de la leucemia en la población expuesta comenzó unos 5 años después del bombardeo y tuvo su mayor incremento en la primera década de seguimiento. El resto de los tumores aparecieron décadas después del bombardeo. Si bien el número de leucemias es menor, el porciento atribuible a la radiación (31%) es mayor que para el resto de los tumores (4.7%).

La mortalidad por enfermedades no cancerígenas es también estudiada. Se reportan 273 muertes por enfermedades no cancerígenas asociadas a las radiaciones en el LSS, dentro de ellas 101 por enfermedades cardiacas, 67 por accidente cerebrovascular y 57 por enfermedades respiratorias [3]. Los tumores benignos de útero, los nódulos tiroideos, las enfermedades crónicas del hígado, las cataratas y la hipertensión han mostrado asociación con las dosis de radiación [6].

Exposiciones in útero

Las investigaciones de las exposiciones ocurridas in útero han demostrado que cuando la exposición a las radiaciones ocurre entre las 8 y 15 semanas de gestación hay riesgo de aparición de retardo mental y que este riesgo, aunque menor, también está presente en irradiaciones entre las 16 y las 25 semanas. El desempeño escolar y el coeficiente intelectual (IQ) esta disminuido en los expuestos entre las 8 y las 25 semanas de gestación.  Hay también reportes de caso de microcefalia cuando las madres estuvieron expuestas a altas dosis. [7, 8]. El riesgo de cáncer en este grupo es similar al de los expuestos en la edad infantil [9]

 Efectos heredables

Los estudios efectuados en descendientes de padres que sobrevivieron al bombardeo no han demostrado la ocurrencia de efectos heredables. Dado que el lector posiblemente lea esto por primera vez, y esto además contradice todo lo que ha leído o escuchado anteriormente, ofreceré detalles de estos estudios a continuación.

El monitoreo de casi todos los embarazos en Hiroshima y Nagasaki comenzó en 1948 y continuó por seis años. Durante ese período 76 626 recién nacidos fueron examinadas por médicos. Ningún incremento estadísticamente significativo en los principales defectos de nacimiento u otros resultados adversos de embarazo fueron detectados. Las variables que se analizaron fueron el peso al nacer, los partos prematuros, la relación porcentual entre un sexo y el otro, las muertes neonatales, y los principales defectos o malformaciones congénitas de los recién nacidos. El análisis se realizó considerando las dosis recibidas por ambos padres. Dado que en el periodo neonatal no son detectados todos los posibles defectos, se reexaminaron 18 876 niños a los 8-10 meses de nacidos, si bien las frecuencias de las variables analizadas aumentaron, no se encontraron relaciones con las dosis [10 -12].

Adicionalmente, entre 2002 y 2006 se realizó un estudio con   aproximadamente 12 000 individuos para analizar la relación entre la exposición de los padres y una combinación de seis enfermedades multifactoriales como la diabetes y la hipertensión y tomando en consideración hábitos en el estilo de vida como beber y fumar. No se encontraron influencias de las dosis recibidas por los padres [13].

Desde 1985 se realizan exámenes de ADN para evaluar la frecuencia de mutaciones y otras variables que son actualmente posibles utilizar gracias los adelantos de la biología molecular, ninguna de ellas ha mostrado asociación con la dosis de los padres [14,15].

Se han investigado las aberraciones cromosómicas para evaluar si las aberraciones inducidas por la radiación en células germinales parentales están presentes en la descendencia. Se compararon a 8 322 personas con uno o ambos padres irradiados y 7 976 personas con padres que no lo fueron. No se encontraron diferencias entre los grupos [16,17].

La incidencia de síndrome de Down fue similar en 5 582 niños nacidos de madres expuestas antes del embarazo, que en 9 452 niños nacidos de madres no expuestas antes del embarazo [18].

Actualmente se sigue monitoreando la incidencia y la mortalidad por cáncer en un grupo de nacidos post bombardeo y que están incluidos en el LSS. No se han encontrado evidencias de influencia de la irradiación de los padres en estas dos variables [19,20].

Todos estos resultados han llevado a la conclusión de que no hay efectos heredables que hasta el momento hayan sido detectados en los estudios que se realizan en Hiroshima y Nagasaki. Otros estudios epidemiológicos realizados en humanos tampoco han aportado prueba alguna. Todas las evidencias sobre la inducción de efectos heredables por las radiaciones provienen de animales de laboratorio. Así lo reconocen los organismos internacionales que evalúan el tema, entre ellos el Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica, conocido por sus siglas en inglés como UNSCEAR, y establecido por la asamblea general de la ONU en 1955. Su mandato en el sistema de Naciones Unidas es el de evaluar niveles y efectos de la exposición a radiaciones ionizantes. Tuvo su génesis en los esfuerzos internacionales para detener los ensayos nucleares a cielo abierto y sus reportes, el primero de los cuales se emitió en 1958, han brindado desde entonces la información más fidedigna sobre el tema. UNSCEAR es la autoridad oficial internacional en la evaluación de dosis y efectos de las radiaciones. A continuación, se reseñan brevemente sus trabajos sobre Chernóbil y se presenta un resumen de sus conclusiones.

 Las secuelas en la salud del accidente de Chernóbil

UNSCEAR público su primer reporte sobre el accidente de Chernóbil en 1988 que trata sobre la experiencia en el tratamiento de los efectos agudos en los bomberos y trabajadores que enfrentaron la emergencia inicial [21], luego abordó la contaminación radiactiva producida por el accidente y las dosis derivadas de la misma, más tarde publicó una información detallada  sobre los niveles de exposición en los evacuados y residentes en áreas contaminadas  y los posibles efectos derivados de dicha exposición. Los efectos genéticos o heredables de Chernóbil fueron abordados por UNSCEAR en el 2001 y en el 2008 los efectos sobre la salud fueron abordados nuevamente por este comité en un informe conclusivo [22] En 2018 UNSCEAR emitió un documento para analizar exclusivamente la incidencia de cáncer de tiroides [23]. A toda esta información se puede acceder desde la página web de UNSCEAR. Un resumen de la misma se ofrece a continuación.

 Efectos a corto plazo

El accidente de Chernóbil ocurrido el 26 de abril de 1986 es el de mayor envergadura en la historia de la energética nuclear. El reactor de la unidad 4 de la central nuclear fue destruido y un considerable volumen de material radioactivo fue lanzado a la atmósfera. Como consecuencia del accidente fallecieron 30 personas, 28 a causa de daños radiológicos, una directamente en la planta durante la explosión y una en las primeras 12 horas post accidente a consecuencias de quemaduras producidas por el fuego [21]. En los primeros días post accidente 499 personas con sospechas de SAR fueron remitidas a hospitales en Moscú y Kiev. Los criterios para la hospitalización fueron el tiempo y la intensidad en la aparición de vómitos y náuseas, la presencia de eritema en la piel y la reducción en el número de linfocitos en la sangre. En los primeros dos días se confirmaron 99 casos con SAR, se adicionaron 6 casos en los siguientes tres días y otros casos con síntomas más ligeros se adicionaron posteriormente hasta completar 134[21,22]. Los 134 pacientes con SAR en su forma hematológica recibieron asistencia médica en Moscú (108) y Kiev (26). Los pacientes fueron clasificados en 4 grupos de severidad acorde a los niveles de dosis recibidas. En el grupo 1, de menor severidad, se incluyeron 41 personas, ninguna de ellas falleció, en el grupo 2 se incluyeron 50 personas, una falleció 96 días post accidente, en el grupo 3 había 22 personas y 7 fallecieron entre los 16 y 48 días post accidente, mientras que en el grupo 4, el de mayor severidad del SAR, había 21 personas y 20 fallecieron entre 10 y 91 días post accidente.  Las quemaduras agravaron el SAR en 19 de los 28 pacientes que fallecieron [21,22]. Sobrevivieron al SAR 106 pacientes.

Entre 1987 y 2006 fallecieron 19 sobrevivientes al SAR, de ellos 7 por enfermedades no cancerígenas, 6 por paros cardiacos, 5 por tumores y 1 por traumas [22]. Muchos de los sobrevivientes al SAR presentaron cataratas con una correlación evidente entre el grado del SAR y la prevalencia de la catarata. También están presentes afectaciones en la piel, que se correlacionan con el nivel de afectación inicial de la piel post accidente, y que en algunos casos han conducido a úlceras que se han estado tratando satisfactoriamente con microcirugía [22]. Se han reportado otras enfermedades entre los sobrevivientes pero sin correlación con los niveles de exposición [22].

 Efectos a largo plazo y dosis

Un incremento sustancial de la incidencia de cáncer de tiroides en niños y adolescentes que tenían menos de 18 años cuando ocurrió el accidente fue reportado en Bielorrusia, Rusia y Ucrania.  UNSCEAR recibió un mandato de las Naciones Unidas de revisar el tema y emitió un documento en el 2018 que recapitula y resume la información disponible [23]. Se han reportado 19 233 casos de cáncer de tiroides en este grupo etario entre 1991 y 2015, de ellos 15 443 en niñas. Se estima que el 25 % son atribuibles a la radiación, pero esto puede oscilar entre el 7 y el 50 %. Han ocurrido 15 fallecimientos hasta el 2005 [22,23].

La leucemia es el otro efecto a largo plazo que pudiera tener un incremento acorde  a los datos emitidos en Rusia sobre los trabajadores que participaron en las labores de recuperación, conocidos como liquidadores,  pero esto necesita una confirmación adicional [22].

UNSCEAR ha publicado las estimaciones de las dosis, expresadas en mili Sivert (mSv), recibidas debido al accidente de Chernóbil [22]. Para los 530 000 liquidadores el valor es de 117 mSv, en los 115 000 evacuados 31 mSv, en los 6.4 millones de personas que viven en territorios con algún nivel de contaminación 9mSv, en la población de las tres exrepúblicas soviéticas, 1.3 mSv y en los habitantes de países distantes, 0.3 mSv. Ha excepción de los liquidadores, cuyas dosis se recibieron en un periodo relativamente corto los otros valores son los acumulados desde la ocurrencia del accidente hasta el 2005 y constituyen aproximadamente el 80% de la dosis que recibirán como promedio en toda la vida estas personas debido a la contaminación radiactiva. Dado que estas unidades son poco conocidas a continuación se ofrecen algunos valores para que sirvan de referencia. Todos recibimos cada año una dosis de radiación producto del fondo radiactivo natural. Esta dosis es como promedio en el mundo 2.4 mSv al año pero oscila entre diferentes partes del planeta y puede alcanzar valores ente 1 mSv y 13 mSv al año [22]. En Cuba es de 1 mSv al año.   Las dosis durante una tomografía computarizada (TC) oscilan entre 2.1 mSv y 31 mSv en dependencia de la complejidad del estudio que se realiza [24]. En otra palabras durante una TC se puede recibir entre 0.9 y 13 veces la dosis promedio del fondo radiactivo ambiental de un año o dosis similares a las estimadas para los evacuados (31 mSv) o los residentes en áreas contaminadas (9 mSv) por el accidente de Chernóbil.

UNSCEAR resumió los pronósticos que hasta 1988 se habían realizado sobre los efectos que causaría el accidente de Chernóbil agrupados en 4 aspectos [22]:

  1. No habrá efectos deterministas (reacciones adversas en los tejidos) en la población haya sido evacuada o no.
  2. El aumento de la incidencia de cáncer no será significativo desde el punto de vista de la organización de la atención médica aunque usando herramientas epidemiológicas se podría detectar algún efecto en un determinado grupo en un período de tiempo específico.
  3. Se debe esperar un incremento considerable de los cánceres de tiroides, particularmente en niños expuestos.
  4. El trauma psicológico causado por el accidente afectará a millones de personas.

Las evidencias acumuladas hasta el presente confirman estos pronósticos. UNSCEAR también resaltó que atendiendo a que los niveles de dosis recibidas por los evacuados y residentes en áreas contaminadas, que son en magnitud similares a las del fondo radiactivo ambiental, no se espera en ellos otro tipo de efecto que sea atribuible a las radiaciones [22]. Pero el tema de la atribución de efectos de las radiaciones a la salud necesitó un análisis adicional.

 Atribución de efectos a las radiaciones 

En abril del 2006 a raíz de la celebración del 20 aniversario del accidente de Chernóbil se hizo evidente que había una diversidad de opiniones en el público, la prensa, las autoridades y la comunidad científica, en relación con la naturaleza y la escala de los efectos para la salud atribuibles al accidente. Debido a ello, Naciones Unidas pidió a UNSCEAR que realizara un análisis de la atribución de los efectos a las radiaciones que fue publicado en 2012 [25]. La fuente de esta “diversidad de opiniones” fue la comunidad científica, incluidos organismos internacionales, que ofrecieron cifras diversas de muertes por cáncer atribuibles al accidente.

Estas cifras no provienen de estudios epidemiológicos. Las mismas tienen su origen en cálculos teóricos que predicen la aparición de un número variable de muertes por cáncer, pero que fueron obtenidas de la aplicación desacertada de una metodología destinada a estimar riesgos de exposiciones a la radiación.  Un análisis de este asunto fue realizado por UNSCEAR [25] y analizado en detalle por uno de sus integrantes [26]

Los cálculos que se realizaron son sencillos, se estimó la dosis derivada del accidente, se multiplicó por el número de personas expuestas, lo que da una dosis colectiva, a continuación esta dosis colectiva se multiplicó por un valor fijo, denominado coeficiente nominal de riesgo, que ha sido estimado de modelaciones realizadas con datos epidemiológicos obtenidos de exposiciones a altas dosis y el resultado se igualó   al número de muertes.

Como resultado de esta operación y de diferentes estimaciones de dosis y de personas expuestas es que aparecieron las cifras de 4 000 [27] o incluso 985 000 [28] muertes atribuibles a Chernóbil. En Estados Unidos en el 2007 se hicieron cerca de 72 millones de TC [29]. La aplicación de un proceder similar para estimar el riesgo de cáncer en estos 72 millones de expuestos a las radiaciones por razones médicas, arroja la aparición, décadas después de la exposición, de 29 000 cánceres atribuibles a esta práctica, que de mantener la misma tendencia induciría ese número de casos cada año [29]. UNCEAR hiso un análisis detallado también de este estudio [25] que se trae aquí para ilustrar, con cifras, el análisis de riesgo que se realiza en una práctica médica de creciente uso en el mundo, pero que afortunadamente no ha llevado a la afirmación, por ningún organismo internacional, de que la TC está causando decenas de miles de muertes en el mundo cada año.

En tal sentido UNSCEAR en las conclusiones de su informe [25] señala que “no se puede atribuir de manera responsable el incremento de efectos sobre la salud en una población expuesta de manera crónica a bajas dosis de radiación, similares a las del fondo radiactivo ambiental, debido a las incertidumbres asociadas a la evaluación de riesgos a bajas dosis, la ausencia de biomarcadores específicos y el insuficiente poder estadístico de los estudios epidemiológicos a esos niveles de dosis. Por ello el comité no recomienda multiplicar bajos niveles de dosis, similares a los del fondo ambiental, por un gran número de individuos para estimar el número de efectos sobre la salud causados por la radiación”. UNSCEAR hace en este extenso y detallado informe otras consideraciones importantes sobre la atribución de efectos sobre la salud como resultado de la exposición a las radiaciones y precisa otros temas de atribución de efectos a las radiaciones que de una manera u otra están incluidos en este texto. Un análisis muy minucioso de este asunto y que recomiendo a los interesados en conocer a fondo el problema fue publicado en 2014[26].

El accidente de Chernóbil ha permitido llegar a un consenso internacional en la atribución de efectos a las radiaciones. Este consenso permitirá que en el futuro no se atribuya erróneamente a exposiciones a bajas dosis de radiaciones efectos que no se puede demostrar que las mismas causan.  Este consenso, sin embargo no borra los reportes ya existentes que a raíz de series televisivas, artículos de prensa y otras fuentes de información pública continúan apareciendo. Solo queda, como vía alternativa, ofrecer las evidencias científicas sobre los efectos para la salud de las radiaciones. Estas evidencias son también imprescindibles para comprender las características y el alcance del programa cubano que brindó asistencia médica a niños de áreas afectadas por el accidente.

 El programa cubano 

El objetivo fundamental del programa fue brindar atención médica altamente especializada y desarrollar, en un ambiente apropiado, un plan sanatorial de rehabilitación, con acciones integrales de salud. No fue diseñado para evaluar las secuelas para la salud del accidente, aun cuando se hicieron un conjunto de acciones que permitieron evaluar el impacto radiológico del mismo en los niños.  El informe conclusivo del programa fue publicado en Cuba en 2016 [30]. A continuación se ofrecen los elementos esenciales de dicho artículo.

La sede principal del programa fue el campamento infantil de verano situado en la playa de Tarará, al este de la capital cubana. En esta instalación de 11 km cuadrados, con residencias donde habitualmente radicaban los niños y sus acompañantes, funcionaban dos hospitales, una clínica estomatológica, un parque de ambulancias, un centro de elaboración de alimentos, un teatro, escuelas, varios parques y áreas de recreación, entre ellas 2 km de playa y otras comodidades e instalaciones necesarias para cumplimentar el objetivo propuesto.

Los casos que se atendieron en el programa fueron seleccionados por médicos cubanos. La selección de los niños no se realizaba considerando los niveles de la contaminación radiactiva de los territorios donde habitaban, ni tampoco utilizando algún indicador, que como hemos visto anteriormente no existen, que permitiera identificar niños cuya enfermedad había sido causada por la radiación. La selección tenía como objetivo elegir a aquellos niños cuyos padecimientos podían ser curados o mitigados en Cuba y por lo tanto todos los niños llegaron a la isla con alguna enfermedad que podía ser tratada aquí.

En el programa se atendieron 26 114 personas, de ellas 21 874 eran niños.  El 86% de los pacientes recibidos fueron de Ucrania, el 11,2% de Rusia y el 2,8% de Bielorrusia, Armenia y Moldavia. Se atendieron además 53 pacientes relacionados con el accidente de Goiania en Brasil. El año de mayor número de pacientes atendidos fue 1991 con 1 415 casos. Durante los primeros 5 años del programa, se atendieron siempre más de 1 000 niños al año. De los  21 874 infantes  recibidos en el programa   el  57% eran niñas, el 10%  tenía menos de 5 años, el 22 %  entre 5 y 9 años, el 57 %  entre los 10 y los 14 años y   el  11 % tenía  15 años o más.

La mayoría de los pacientes eran portadores de más de una enfermedad crónica. El 59,6% de los niños presentaron afecciones del sistema endocrino, el 48,6% afectaciones digestivas, el 42,1% afectaciones dermatológicas, el 30% enfermedades ortopédicas el 21,7 % afecciones otorrinolaringológicas, el 12,4% afectaciones alérgicas por solo mencionar las 6 primeras de una lista de cerca de 20. El 96,4% de los niños recibieron atención estomatológica. Se trataron 122 casos de leucemia y se hicieron 6 trasplantes de medula ósea. Hubo 117 casos con tumores de ellos el 90% malignos. Un total de 1 687 pacientes fueron operados y se efectuaron 2 trasplantes renales.

Se realizaron 174 992 estudios en laboratorio clínico, 15 937 estudios microbiológicos, 50 788 investigaciones imagenológicas y 5 937 estudios de otra índole.

Las alteraciones psicológicas se manifestaron sobre todo en la primera década como un estrés postraumático con ansiedad, depresión, sobre valoración de las pérdidas objetivas y subjetivas del desastre, llegando a tendencias inadecuadas en la formación de la personalidad.

En Cuba se hicieron estudios que permitieron medir la contaminación interna por Cesio 137 en más de 8 000 niños con edades entre 1 y 17 años y estimar las dosis de radiación que recibirían. El primer corte de estos estudios con 4 500 casos fue publicado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) [31] siendo la única ocasión en que este organismo internacional dedicó una publicación sobre Chernóbil a autores de un solo país.

Las dosis totales en los niños atendidos en Cuba para el año en que se realizaba el estudio oscilaron entre <1 - 85 mSv y la dosis que recibirían los niños en los próximos 70 años asumiendo iguales condiciones de vida se estimaron entre <1 - 170 mSv. [30] Estas dosis están en el intervalo de las dosis ambientales, 2,4 mSv al año, y por lo tanto las consideraciones de UNSCEAR sobre la no atribución de efectos para la salud a niveles de dosis ambientales son también aplicables al programa cubano.

Cuba ha presentado los resultados de su programa con niños en todos los eventos científicos significativos que sobre Chernóbil se han realizado en el mundo, especialistas cubanos han integrado el comité organizador de algunos de estos eventos, numerosas y prestigiosas cadenas de televisión visitaron el programa cubano y realizaron reportajes sobre el mismo y diferentes medios de prensa han escrito sobre lo realizado en Tarará. No somos los únicos que fuimos solidarios con los que necesitaban algún apoyo, muchos países y organismos internacionales estuvieron presentes. Lo que si no deja de admirar a todos es que un país pequeño y pobre como el nuestro haya organizado un programa de asistencia médica de tal magnitud, que curó a miles de niños y que ha dejado una profunda huella, sobre todo en Ucrania.

En el 2001 se realizó un evento en Kiev para discutir los resultados de   15 años de investigaciones sobre los efectos para la salud del accidente de Chernóbil. La sesión plenaria del primer día estuvo dedicada a la colaboración internacional y fue presidida por el Dr. Nakajima,   ex director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En esta sesión intervinieron especialistas de las Naciones Unidas, la OMS, el Organismo Internacional de Energía Atómica, UNSCEAR, la Cruz Roja, y además un representante de Alemania, Cuba, Estados Unidos y Rusia.  Cada uno de ellos expuso el trabajo de su organización o país en el tema de los efectos sobre la salud del accidente de Chernóbil. Al final de la sesión se levantó desde el fondo de la sala una señora con un ramo de flores y se dirigió a la presidencia, le entregó el ramo al representante de Cuba y sin llegar a los micrófonos, con voz entrecortada pero suficientemente fuerte para que la oyeran en toda la sala dijo “a mi hijo le salvaron la vida en Cuba”.

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La Habana, 20 de abril de 2020.

Omar García

Centro de Protección e Higiene de las Radiaciones

Dr en Ciencias Biológicas, Investigador y Profesor Titular

Coordinador del grupo de especialistas cubanos que evaluó el impacto del accidente de Chernóbil en los niños que se atendieron en Cuba

omar@cphr.edu.cu